Hay comidas que son difíciles de digerir, que nos pueden llevar a las famosas gastritis, tan de moda en nuestros días. Esto nos hace creer que algo que ingerimos por ahí, a veces asociado con un estrés, es la causa de nuestro mal. Lo cual no deja de ser verdad, pero no es toda la verdad en la mayoría de los casos.
El enfoque holístico de la salud nos lleva a ver estos problemas como parte de un todo y no como un evento aislado, localizado en un órgano, aparato o sistema de nuestro cuerpo, como si fuese un evento independiente de nuestra realidad existencial. Nuestra realidad no depende del lo que sucede el día de hoy, sino que incluye nuestra historia psicobiológica con todas sus vivencias. Es como un río, que es una unidad desde su nacimiento hasta su desembocadura. El río no es únicamente el sector que estamos viendo desde una de sus riberas. Todo lo que va sucediendo en su trayectoria tendrá repercusiones, en menor o mayor grado aguas abajo, de acuerdo a esto llegará con sus aguas frescas o contaminadas al unirse con el mar.
Una persona puede padecer de gastritis y su causa aparente podría achacarse al exceso de licor, de dulces, de repostería, etc, tal vez en forma excesiva. Pero muchas veces sin la ingesta de comidas aparentemente nocivas también se padece de ese mal. Se recurre a diferentes tipos de exámenes y tratamientos que pueden resultar satisfactorios porque disminuyen o desaparecen los síntomas. Pero cabe preguntarse ¿Es esto suficiente? Podríamos contestar que sí, de acuerdo a la visión errada que tenemos de nosotros mismos, ya que nos percibimos como si estuviéramos estructurados como un automóvil, donde los mecanismos que lo conforman se pueden reparar en forma independiente unos de los otros. Pero la realidad es que somos unidad cuerpo-mente-espíritu y estos planos se traslapan entre si, como un sistema de vasos comunicantes, hay interacción entre ellos.
Si queremos dejar de vivir en el error, debemos remontar el río de nuestra vida para encontrar la verdadera causa de nuestras dolencias (y también de nuestras grandezas). Hay realidades y vivencias, en la vida que son difíciles de digerir, sobretodo aquellas experiencias que han afectado nuestra dignidad y nuestra evolución. En el estudio analógico de las dolencias físicas, veremos síntomas que reflejan o representan el contenido del trauma recibido en plano psíquico, aún en la niñez, o bien de alguna situación que se generó, pocos metros río arriba de donde estamos ubicados en ese momento.
Pongamos un ejemplo, para digerir mejor este asunto: una persona presenta gastritis o colitis, que puede ser consecuencia de una injusticia o vejamen que vivió años atrás, al principio la pudo haber afrontado con rabia, lagrimas o en silencio, pero pasa el tiempo y las manifestaciones emocionales pasan a segundo término, hay que seguir viviendo. Puede haber habido perdón o no, si lo hubiera la cicatriz puede seguir afectándonos, si no hubiese perdón la llaga nos seguirá generando dolor. Pero la mente tiene que descargarse de problemas que la puedan llegar a paralizar, entonces se ejecuta la somatización, que es pasar al cuerpo los sufrimientos.
La ventaja que este fenómeno tiene es que le permite a la persona sobrevivir con cierta tranquilidad y solvencia, puede seguir trabajando, haciendo deporte, bailando, tomarse unas frías, etc. Al principio todo se manifestara como molestias de orden funcional, en el caso que nos ocupa los síntomas podrían ser ardores, regurgitaciones, gastralgias, crecimiento del E philoris, etc. Al no realizarse una curación holística, llegando al fondo del problema existencial subyacente, como se explico arriba, para removerlo, aunque haya un alivio medicamentoso de los síntomas y de algún daño orgánico, el trauma psíquico queda reprimido explotando con más fuerza posteriormente, meses o años después, tal vez en otro lado, lo cual sucederá cuando un nuevo desencadenante se hace presente.
Después de lo funcional se puede pasar al daño estructural o sea anatómico severo (puede leerse cáncer). Ahora bien si hubiese un alivio de los síntomas físicos, sin resolverse la causa primaria a un nivel superior, con el tiempo el problema se somatizará en otro órgano o bien podrá afectar reinstalarse en alguna área nuestra mente donde generará problemas que afectaran nuestra calidad de vida.
Estos enfoques holísticos son difíciles de aceptar y digerir mental y emocionalmente porque nuestra cultura nos ha programado para que apreciemos, nuestra personal humanidad desarticulada. Son frecuentes las pegas mentales ( parecidas a las de la panza) que afectan nuestra capacidad de analizar la vida desde una perspectiva diferente a la que están acostumbrados a utilizar. Estos análisis holísticos son rechazados por personas apoyándose en el sentido común, pero como dijo A.Eistein El sentido común es la serie de prejuicios que adquirimos antes de los 18 años”. Es hora de dejar revisar las “verdades heredadas” con sentido lógico y crítico, siempre enfocando hacia un mejoramiento de la calidad de vida y no para crear un desorden organizado. Someternos a todo lo que se nos ha hecho creer y aceptarlo porque “así es”, no es otra cosa que servilismo mental.
Problemas que yacen escondidos en el subconsciente, sin que nos percatemos de su presencia, afectan negativamente nuestra existencia, pero es necesario conocer su presencia y liberarnos de sus efectos negativos para poder seguir evolucionando, una gastritis y cualquier otra dolencia, pueden estar simbolizando e identificando uno de esos problemas arraigados en lo más profundo de nuestro ser.
La curación holística va más allá, profundiza más, porque su preocupación primaria es la calidad de vida y destino del ser humano que padece la dolencia. Todo síntoma físico, es para quien acepte sincerarse consigo mismo y tenga la valentía de hacerlo, un excelente camino de evolución personal, antes que verlo como una desgracia debe verse como un fenómeno que nos puede enriquecer. Debe tenerse presente que es más letal y dañino lo arraigado en el subconsciente que su manifestación física. Se podría pensar y las enfermedades hereditarias que papel juegan, la respuesta es que no porque haya herencia familiar de una dolencia, esta se tiene que padecer
La manera como se enfrente la enfermedad es trascendental para nosotros, pero como estamos ausentes en nuestro propio mundo interior, preferimos ver la parte más superficial del problema. Aunque hay que reconocer que el actuar así es parte de la educación que nos dieron. Todo esto es parte de las paradojas que matizan la vida del ser humano. Viviendo, casi permanentemente, pensando como afrontar y resolver lo que sucede en la parte más exterior de nuestro ser, que es el plano físico, y darle vuelo a todo lo que impulsa la relación y codependencia con el mundo que nos rodea.
Para terminar, transcribo un pensamiento que me impacto, lo baje de Internet, no recuerdo el nombre del autor, dice así:
“El miedo no es tanto a lo desconocido como a apartarnos de lo conocido”
En el se encierra la madre de las enfermedades, el miedo al cambio a pisar otros terrenos.
Yo lo complete con:
Por eso nos aferramos insistentemente, a personas, recuerdos, ideas, prejuicios y estilos de vida, poniendo pretextos revestidos de moralidad, sensatez y sano juicio para ocultar así nuestra propia inseguridad.
Teléfono: +506 8704-5858
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