“De Cultura y menopausia»

DE VAGINAS SECAS Y CIENTÍFICOS
Dr.Jaime del Castillo R.- 2-10-2007
Fue publicado en el Periódico La República con el título de “Cultura y menopausia”, siendo el título original el presente.

Los instintos son propios de cada especie y en cada uno de sus sexos toma características particulares, también hay modificación de comportamientos que se adecuan a las necesidades de cada edad. Instinto es energía que organizada y canalizada propulsa al individuo hacia la obtención de determinados fines de acuerdo a la ley natural. La sociedad se ha desarrollado bajo el impulso e inspiración de los andrógenos, todo da fe de ello. Estas hormonas hacen del macho, un ser territorial, conquistador y dominador. Es propio de su naturaleza, es su componente instintivo.

En la vida diaria de las personas los instintos están presentes, siempre presionando, pero al descuidar el ser humano su ligamen con la naturaleza y su debida canalización, esta energía se dispara a lo loco en todas direcciones.
A no ser que se posea conocimiento de la propia instintividad, ésta pasa desapercibida y hasta se puede convertir en una fuerza destructora oculta. Ya sea como energía reprimida o desenfrenada, sin orientación que beneficie a la persona o a la especie humana. Todo sucede sin que el actor, usualmente, tenga conciencia de qué fuerza interior lo pone en movimiento. El instinto va por lo suyo, por sí mismo carece de ética, pero es posible canalizarlo, para que logre su cometido natural  y a la vez se convierta en fuerza constructiva.
Ejemplo de comportamiento instintivo desnaturalizado, camuflado y justificado con maravillosas promesas, es el de un político que ofrece y no cumple. Su afán de poder lo hace luchar para colocarse en la cúspide de la pirámide social (macho alfa). Manipula con promesas que conmueva a las masas   (cuyo comportamiento también es instintivo). Pero habiendo ya alcanzado su objetivo y complacida su instintividad, con el pasar del tiempo se hace el tonto. En la mayoría de los dirigentes y líderes sociales, empresariales y religiosos se dá este mecanismo. Igual le sucede un macho en su afán de conquistar a una mujer. Una vez alcanzado el objetivo, las promesas y el romanticismo se diluyen.
Se justifica lo injustificable, ante las vaginas secas y sofocos de las señoras menopaúsicas. Los científicos en su mayoría hombres y quienes difunden sus conocimientos como son los laboratorios farmacéuticos y sus respectivas agencias de publicidad, usualmente dirigidas por hombres, crean una orquestación para obligarlas a tomar estrógenos, para prolongar una etapa que ya se cumplió. Las mujeres que han intervenido en el análisis de este cambio psicosomático, lo hacen siguiendo el enfoque masculino y nunca desde la perspectiva humanista de su condición de mujer.
El hombre, a diferencia de la mujer mantiene su dinámica sexual, en cuanto a conquista se refiere, hasta edades muy avanzadas y quiere obligarla a que modifique sus mecanismos psicobiológicos a lo que ellos ven como mejor y más bonito, como son vaginas húmedas. Más que un deseo de bien en la noble evolución de la mujer, una sospechosa instintividad adornada de ciencia se esconde tras este enfoque. Habrá casos de excepción, basada en una decisión personal, como sería una mujer que no logró vivir su sexualidad con plenitud y desee hacerlo ahora, pues no es bueno llegar a la última etapa de la vida, sin haber tenido las vivencias apropiadas correspondientes a cada ciclo de la vida.
La gran mayoría de los sofocos y ansiedades de las mujeres menopáusicas, son resultado de prejuicios adquiridos, la frustración de una sexualidad mal llevada (represiones morales, maternidad frustrante, sometimiento al cónyuge), temor de que el esposo se le escape con otra y también a la vejez.
La mujer debe analizar que su naturaleza, su rol en la vida y su sexualidad son diferentes a las del hombre y éste debe aceptarlas y respetarlas. Debería encontrarle sentido a esta última etapa de su vida, reencontrarse consigo,  pues ha pasado una vida sirviéndoles a los demás, bajo la presión de una cultura que la ha tenido sometida, para vivir la vida desde el punto de vista del macho, sin poder expresar plenamente su anhelos, sus ideales y manifestar la pureza de su luz interior para proyectarla al mundo.

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