Bajo el límpido azul de tu cielo. ¡Patria! ¿Qué hemos hecho? ¿Qué estamos haciendo? Es hora de confrontar la realidad con los valores eternos que representas, pero cada día menos presentes en la vida de la nación. Aprisionada tu consciencia, por los barrotes que nosotros mismos, tus hijos hemos creado, al confundir sabidurías con tecnicismo, cultura con alfabetismo, espiritualidad con religión, ética con legalismos, felicidad con placer, ser con tener, amor con sexo, democracia con populismo, político con estadista, y otras más. Que difícil salir adelante, cuando no hay claridad y rectitud en las ideas que atañen al alma de un pueblo.
Más maestros que soldados, un índice bajo de analfabetismo, pero seguimos en el tercer mundo en cuestiones económicas, nos comparamos con aquellos que tienen más soldados y ni así salimos bien parados ¿será que no nos hemos educado más para consumir que para producir?
Un país con religión oficial donde la violencia crece día con día ¿será todo esto por el estigma del pecado original o por la inutilidad de quienes, teniendo el poder religioso en sus manos, no han sabido cimentar una ética universal sólida, antes que procura un amansamiento de los instintos de su grey?
Te hemos tapizado de leyes y reglamentos para restringir conductas indeseables, pero hemos perdido la capacidad de amar, de respetar, de comprometernos con los valores eternos que te dieron vida, para hacer de tu seno un lugar donde el espíritu de tus hijos puede volar hacia la belleza y el bien.
Tu regazo bello, exuberante como si hubiese nacido de una explosión de alegre inspiración del creador lo hemos marchitado, envenenado y degradado. No comprendimos en el pasado y hoy en día, todavía no hemos interiorizado la idea, de que nacimos en tus valles y montañas, para convivir en respetuosa armonía con otros seres que en ellos habitan. Con crueldad hacia la fauna y flora, con inrrespeto hacia lo inanimado, vamos los “racionales” vacíos de sabia ternura destruyéndolo todo, día con día.
A partir del alimento que sale de tus entrañas te hemos poblado, hasta el último rincón, pero no para cuidarte y embellecerte sino para piratearte y ensuciarte. Es triste decirlo, pero cada niño que nace es tu potencial depredador. Da la impresión de que nuestros patricios no comprendieron, porque no nos lo enseñaron, que luchar por tu integridad ética y biológica también es cosa de patriotas.
Con una muchachada ágil, fuerte e inteligente siempre salimos perdiendo en las diferentes canchas del mundo, cuando de deportes colectivos se trata. Pero más con nuestro querido fútbol, con el cual nunca hemos logrado ponerte en sitial de honor, como si la luz de tus cielos no llegara a los dirigentes.
Usamos nuestra inteligencia para copiar modelos de vida ajenos, más que para crear uno propio. Hemos perdido capacidad de discriminar lo bueno de lo malo. Ahora todo es bueno si está de moda, si produce placer, y llena los bolsillos, sin importar la dignidad, el decoro y la trascendencia personal y la del medio ambiente. Se da por un supuesto, que tus hijos somos importantes según nuestra capacidad de comprar y vender, todo porque se confunden los medios con los fines. Todo esto satisface nuestro ego individual y parece que es la única razón de tu existencia, según lo han interpretado las últimas generaciones de políticos y tecnócratas que todo lo reducen a ingreso per capita. P.I.B. etc.
La incoherencia, patria, es la tónica general. Se habla de planes de salud y la comida chatarra, enlatada o a la cara abunda por doquier. Lo medios de comunicación, propiedad de inversionistas serios, hablan de moral y valores por un lado y por otro nos meten material que ensucia y distorsiona la mente de tus hijos más tiernos. Borrachos, vagabundos, drogadictos y chapulines andan sueltos al amparo de las leyes que teóricamente se hicieron para ordenar la vida en tu entorno.
Los choferes reciben cursos de normas de conducir y no se acuerdan de ellas cuando manejan. Vivimos en una sociedad cristiana y la gente si se porta bien, lo hace más por temor al castigo de la ley que por amor al prójimo y a Dios. Nos jactamos de proteger tus bosques, pero los destruimos para hacer con finas maderas muebles y cielos rasos de lujo, para satisfacer nuestra vanidad.
¿No será necesario Patria renovar nuestros símbolos? Por ejemplo, cambiar nuestra bella y romántica pero lerda carreta por un jet, suponiendo que así todo se movería más rápido; poner un halcón o gavilán como uno de los símbolos nacionales, tal vez así nos volveríamos más corajudos y aguerridos con la posibilidad de aprender a volar en las alturas. Eso sí, no podríamos poner el águila emblema de las grandes naciones, porque ya acabamos con todas las vivas y solo nos queda una que esta en una botella de licor. Talvez así las leyes, planes educativos y económicos se adecuarían más rápidamente a los signos de los tiempos e influiría para manejar las cosas con más altura y entereza.
¡Claro que sí, Patria! Hay muchas cosas grandes, nobles y positivas, pero estas se ven opacadas por el embate de situaciones como las descritas, a las que tus hijos, nos hemos acostumbrado, olvidándonos de la virilidad como sinónimo de pundonor, de la que nos habla tu himno, para defender tus más altos valores. Se queda uno estupefacto que todo esto pase en el calor de tu hogar que ha sido organizado y orientado por juristas, clérigos y educadores sin injerencia de la bota militar.
¡Salve oh Patria! Cuando alguno quiera tu gloria manchar querrás ver a tus hijos las cosas cambiar, para reivindicar tu honor y que la faz de los dignos y honrados no se enrojezca de vergüenza ante el desorden y el libertinaje. Que la tosca herramienta también se transforme en sentido común, inteligencia y voluntad para sacudirse del temor a una renovación de nuestros desgastados esquemas morales, que por temor a que dirá Amnistía Internacional y por no perder nuestras caritas de ticos buenos ante el mundo, no nos hemos atrevido a cambiar, lo que unido a nuestras anquilosadas mentes nos a impedido evolucionar como sociedad, desarrollando una dinámica existencial de triunfadores labriegos y sencillos para darte prestigio y honor, donde vivan siempre el trabajo, el coraje y la paz.
Nota personal: Este es un escrito donde manifiesto mis sentimientos de angustia y desasosiego en relación a la situación por la que está pasando la sociedad de nuestro país, todo lo cual creo compartir con ustedes. El mismo lo escribí hace unos 10 años precisamente para las fechas patrias, a modo de catarsis como un ciudadano preocupado por el bien, pero en realidad desde ese momento a esta fecha parece que las cosas no han cambiado mucho.